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Crónica


Mataderos, un barrio con historia

Entre el pasado y el presente: de Nueva Chicago a Mataderos.

Por: Candela Basma

Caminaba en una tardecita de otoño, por el barrio de Mataderos, antes conocido como “Nueva Chicago”.

 

Pensar que allá por el 1900…había casas antiguas, de ladrillos de barro, con grandes puertas de madera y algunas entradas con pequeños jardines. Sus calles eran de tierra y en algunas cuadras había adoquines. En las pulperías de la zona se reunían la gente de campo y payadores, vivían alrededor de los corrales de Mataderos, y ya se podía percibir, además del fuerte olor a la faena campestre y de los animales en corrales, la leña que prendían para comenzar a calentar sus hogares. 

 

Por la mañana muy temprano pasaba el lechero, quien gritaba: - ¡Leche fresca!, También se vendía verdura fresca para preparar algún puchero, alguna carbonada… 

 

En esos tiempos en la avenida Chicago venían desde la provincia de Buenos Aires los reseros trayendo las tropillas de ganado a pie. Por ese entonces las calles tenían otros nombres, Avenida Chicago ahora es Avenida los Corrales, Merlo se hizo llamar Francisco Bilbao y Areco actualmente es José E. Rodó.

 

La famosa Estatua del Resero, creada en 1934, nos deja imaginar la vida y la gente de esa época, ahora la podemos contemplar en la entrada del llamado antiguamente mercado de Liniers, en la Av. Lisandro de La Torre, delante de la entrada del mismo, alrededor de la cual, en el presente, está la llamada Feria Artesanal de Mataderos dónde me encuentro paseando. 

 

Hoy en día hay más negocios, tiendas, casa de deportes, librerías, la pizzería “El Cedrón”, incluso varios bancos. Podemos ver edificios pequeños, casas modernizadas, ya no de ladrillos de barro. El antiguo "Cine del Plata” recuperado por los vecinos, hoy es el “Teatro del Plata” en pleno funcionamiento, como tantos otros Centros Culturales de la zona. Los árboles bordean las casas, ya no quedan calles de tierra ni tampoco tantos adoquines.

 

Paseando por estás calles me sumerjo en la fragancia de los sahumerios de algunos puestitos y en el olorcito de las empanadas que me voy a comer al mediodía mientras miro a los gauchos y sus caballos jugar a la carrera de sortijas, parece que el pasado se mezcla con el presente, aunque ya no quedan las pulperías con sus payadores y su gente de campo reunida.