Una flor llamada mentira
Si en algún momento tu corazón sintió esto, vos sos el autor de estas palabras
Por: Anónimo
| Arte: Sebastián Ippolito
Mientras uno viva debe amar lo más que pueda,
porque sin amor vivir vacíamente es lo que nos queda.
Si yo te volviera a encontrar alguna vez, volvería sol el gris de tu mirar.
Si este maldito tiempo dejara de vagar, te buscaría sin parar.
Pero desde tu partida no dejas de avanzar
a un lugar al que no podemos ir juntos,
un lugar que separa nuestros caminos,
un lugar al que no querés llegar conmigo.
Pero mi vida sin tu amor es el crudo invierno de mi soledad,
el silencio de la inmensidad,
mi alma que ya no encuentra su lugar.
No es más que el tibio abrazo que me diste,
aquel que no volverá.
¿Será la soledad estar sin ti?
Yo sin tu amor no sé vivir.
Solo ha quedado un frío inmenso
como si viviera el más frío de los inviernos.
Hoy he vuelto a recordar todo lo que pude amar,
todo lo que pude amarte.
¡Cómo siento haber perdido tu calor!
Tenias un estilazo,
pero más cuando estabas en mis brazos.
Te convertiste en un atardecer…
Te quiero pero no te puedo tener,
así que solo veo como te vas
con la esperanza de que otro día volverás.
Me enseñaste que el amor inicia con el contacto de nuestra alma
y termina con el contacto de nuestro cuerpo.
Solo ven y devuélveme las ganas de vivir,
quédate junto a mí, sálvame de morir.
Hoy extraño todo de ti:
tu olor, tu risa y tu alegría.
“Nada dura para siempre”
es una frase común
que suena diferente desde que te fuiste, pero así es el amor
Tal vez no sentir nada hoy es el precio a pagar por haber sentido tanto algún día.
Dicen que cuando uno entristece el corazón se nubla
y cuando uno llora este se inunda.
Pero mi corazón ya no es el mismo,
dejó de sentir hace mucho.
El frío invierno que dejaste atrás lo ha congelado.
Es como si tuviera un candado, uno que puse yo mismo
enterrando estos sentimientos en el olvido.
Me encuentro sumergido en una profunda tormenta de soledad,
sentenciado al abismo de la nada.
Este amor no es algo que se pueda poseer,
es un reflejo de lo que fuimos capaces de recibir sin aferrarnos.
Tuve la suerte de recibirlo pero nunca me perteneció.
Si se va, no se lleva nada,
me dio todo lo que tenía mientras estuvo,
llegó y se fue por su propia voluntad.
No es una pérdida, es experiencia lo que dejó en mí,
permanece aunque ya no esté.
No hay que arrepentirse.
Lo que el amor dejó en cada uno, es más valioso que lo que creemos perder.
No debemos derramar lágrimas por su pérdida,
hacerlo es permitir que el cuerpo se rinda ante el corazón
evidenciando que somos seres que no saben qué hacer
con sus corazones y con su amor.
Tu amor voluntario me provocaba
un hermoso sentimiento.
Sin embargo, cuando este moría,
no lo forcé a existir.
Porque si la presión aumentaba,
Se convertiría
en una flor llamada mentira.