El chico baldosa
En todas las escuelas está ese estudiante que se prende en todas. En el Instituto Plácido Marín, Sara eligió llamarlo “el chico baldosa”. Está en todos lados, despierta muchas sensaciones y es el primero en camuflarse: un indispensable.
Por: Sara Plencovich

El chico baldosa, porque siempre está en todos lados del colegio. No se sabe qué clase de magia antigua utiliza, pero todos lo conocen.
¿Acto del 25 de mayo? Está haciendo de Belgrano, presenta a la bandera y de paso es escolta.
¿Talleres fuera del aula? Fue el primero en anotarse.
¿Volley en educación física? Siempre está en la esquina izquierda, no es el mejor ni de casualidad, pero el juego simplemente no es el mismo sin esa baldosa ahí.
Preguntá por él donde quieras y vas a encontrar por lo menos 3 personas que lo conocen, todos por distintos motivos...
- ¿El chico baldosa? Sí, me ayudó a conectar el parlante para el quince de mi hermana, bailó con mi abuela y morfó de lo lindo.
Despierta distintas sensaciones: unos solo se ríen de su capacidad de aparecer hasta de fondo en los diarios, se encogen de hombros y dicen "es inimputable". Y es cierto. Su único pecado es estar en todos lados. En algunos despierta molestia por estar siempre ahí y ser la eterna figurita repetida de cada álbum, pero es que sin esa figurita la colección está incompleta.
El baldosa es un camaleón.
¿Necesitás un comediante que alegre la fiesta de la primavera? Él va a estar de punta en blanco con el micrófono que él mismo conectó y va a halagar la decoración que él ayudó a los chicos de primer año a hacer.
Ayuda a todos y nadie lo ayuda a él, nadie sabe si es porque no lo necesita, o porque disfruta de ser siempre el centro de atención, lo que le daría la razón a sus adversarios que no lo soportan. O tal vez, solo tal vez, porque todos siguen a diario su marcha, y nadie se detiene a mirar las baldosas.